Hace años que en mi actividad profesional habitual, dinamizo grupos de madres y padres, donde aparte de ser un espacio de apoyo y acompañamiento terapéutico, hablamos de cómo educar a l@s hij@s y las dificultades que van surgiendo en la crianza.
Uno de los temas que trabajamos es el de las tecnologías y es que inmersos en esta era, muchas son las dudas y preocupaciones que salen entre adultos, donde la mayoría estamos aprendiendo de este nuevo mundo, para entender a un@s niñ@s y joven@s, que ya no nacen con un pan bajo el brazo sino con un aparato electrónico.
Las madres y los padres me cuentan sus preocupaciones hacia un@s hij@s, que cada vez más, se pasan horas delante las pantallas y menos tiempo jugando en la calle; este hecho les angustia y les suele transportar nostálgicamente, a su infancia, donde «cualquier tiempo pasado era un tiempo mejor».
Siempre entiendo esta nostalgia, ya que yo misma, y los que me conocéis lo podéis confirmar, soy de la escuela del bolígrafo y el papel; sin embargo, si nos paramos a reflexionar sobre la evolución de las máquinas, esta nostalgia queda más diluida, si como adultos pensamos en todo lo que ha facilitado nuestro día a día disponer de una lavadora en casa, un lavavajillas o una cafetera. Seguramente hoy, ya no nos planteamos sus beneficios y su uso pero a nuestras abuelas todo este mundo también les debía preocupar.
¿Verdad que nunca me pongo a pasar la aspiradora a las cinco de la mañana? ¿Por qué? La respuesta es simple, alguien nos ha enseñado que esas no son horas de pasarla, ya que con el ruido que hace puedo molestar a los vecinos.
Con este ejemplo quiero haceros ver que tuvimos que aprender cómo, cuándo y de qué manera pasar la aspiradora; por lo tanto, a nuestr@s hij@s también les debemos enseñar cómo, cuándo y de qué manera utilizar las pantallas. Así pues, las tecnologías, como casi todo en esta vida, tienen sus cosas buenas y no tan buenas pero lo importante no es tanto el aparato, sino el uso que hago de él y esto se tiene que aprender.
Somos los adultos quienes debemos marcar unos horarios y unas normas, estar atentos de qué hacen, a qué juegos juegan o qué fotos cuelgan en las redes sociales; pensad que es muy poco consistente quejarnos de las horas que pasa nuestr@ hij@ pegada al móvil, cuando somos nosotros quienes se lo compramos o se lo dejamos y se lo enchufamos cuando nos conviene que nos dejen tranquilos.
Al final, la clave de todo esto, no son ell@s, ni las máquinas, somos nosotros, los adultos.
¿Qué debemos tener en cuenta?
– ¡Somos modelos! Si yo como adulto miro el móvil en las horas de las comidas o cuando no tengo nada que hacer, se lo doy a mi hij@ cuando estamos en un restaurante o en casa mientras hago trabajo… Está claro que él también lo querrá hacer o nos lo pedirá.
– Pautas y horarios: Los adultos somos los que tenemos que marcar unos horarios y unas normas de uso. Tiempo que puede dedicar entre semana y / o fin de semana, después de qué tareas, en qué momentos… Es fundamental cuando entra una nueva pantalla en casa establecer cuál será su uso (horarios y normas) y que compromisos nos marcamos.
– Ofrecer alternativas: Si decimos que no es momento de pantallas y el niñ@ no tiene nada más que hacer lo más probable es que esté pidiendo de nuevo la pantalla, es más fácil si le ofrecemos una alternativa de juego y / o actividad («apaga la play y hora de ducha» «apaga la play y vamos al parque»…).
– Normativa vigente: Es importante mirar las edades de los juegos y las aplicaciones del móvil (¡juegos que nosotros les compramos!), qué contenidos tienen, qué edades son los recomendados por las redes sociales, que podemos y no podemos publicar…
– Hijos como expertos: Una de las mejores maneras de aprender y saber qué tenemos que hacer es que ellos nos enseñen a hacerlo. Juguemos con ell@s a la play, al ordenador, móvil… y que nos expliquen cómo funciona Instagram. Muchas veces nos quejamos que ell@s saben mucho más, y verdaderamente es así, por lo tanto, aprovechemos eso y que nos enseñen, aparte de aprender normalizaremos conversaciones sobre las pantallas en casa.
Estos son algunos de los ítems básicos que deberíamos tener en cuenta, desde que l@s niñ@s son muy pequeñ@s, que nos ayudarán a estar situados en este mundo tecnológico; porque una vez entrada la adolescencia, todo se complica un poco más. No obstante, si hemos establecido una buena base, quizás nos resultara algo más fácil.
En definitiva, el artículo de hoy es lo que en Terapia Breve llamamos cambios de TIPO 1; es decir, haz lo que es lógico, en este caso, enseñar y establecer normas de pantallas.
Y si no termina de funcionar, no sabes cómo hacerlo o ya tienes al hij@ muy pegado, no dudes en pedir orientación profesional.
¡La vida no espera!